
Ciertamente, me preocupa mucho el futuro de mi país (Colombia), y no porque crea que algún día llegaremos a ser como nuestro vecino, Venezuela, sino porque da asco ver cómo se hace política aquí. Estamos inmersos en un ambiente de polarización absoluta. Una tirada de mierda continua de unos a otros: los líderes, defensores y opositores de Santos (Presidente) Vs. los de Uribe (Ex-presidente).
Todos los días me pregunto por qué en Colombia le seguimos el juego a unos personajes que venden en la pantalla una permanente discusión y que de seguro, tras bambalinas son los mejores "amiguis", porque dejémonos de vainas: ambos pertenecen a la élite, ambos tienen estudios en universidades prestigiosas, ambos han surgido del liberalismo, ambos han defendido a la dichosa política de "seguridad democrática" que trajo consigo a los "falsos positivos", ambos se creen protectores de la Constitución, pero la han pisoteado para hacerse reelegir y por ende, ambos han enmermelado a congresistas, senadores, alcaldes, gobernadores, periodistas y si sigo, esta publicación se llena con el listado. En fin, son más los aspectos que los unen, que aquellos que verdaderamente los separan.
¿Para qué desperdiciamos nuestro tiempo yendo a favor o en contra del uno y del otro? Ellos no ofrecen verdaderas soluciones a las principales problemáticas del país, no nos pagan el alquiler, ni los recibos de los servicios públicos, no nos financian la educación, ni le inyectan dinero a nuestros negocios.
Lo que nos debe importar como colombianos es construir país y eliminar las brechas de desigualdad social que nos tienen en los últimos puestos de todos los rankings, ¿cómo? políticamente hablando, debemos asistir a las urnas y votar, no apelar al abstencionismo, porque es una forma irresponsable de ejercer la democracia.
En esa misma línea, debemos leer los programas y propuestas de gobierno antes de votar (no vender nuestra conciencia por un plato de lechona o por 50 mil pesos), contrastar la información que nos brindan los medios de comunicación, identificar cuáles son los entes de control a los que podemos dirigirnos para denunciar alguna irregularidad, defender el derecho de nuestros maestros a recibir un salario digno, defender el campo, entre otras tantas prácticas.
Socialmente hablando, debemos ser veedores de la administración de los recursos públicos, es decir, del dinero de todos. Ser vigilantes, pero también cumplidores de la norma, respetar el semáforo y darle prioridad al peatón, cruzar la cebra, ceder el puesto a una mujer embarazada o a un anciano cuando vamos en un bus y en la fila de los bancos, no poner a nuestros niños a pedir dinero en las calles, sino enviarlos a la escuela a aprender, no tirar basura en la calle, ni pegar los chiclets en cuanto muro, silla o mesa veamos, recoger la mierdita de nuestra mascota cuando le damos un paseo al aire libre, no alimentar los odios y menos, la violencia entre géneros, no pasar dinero por debajo de cuerda a los agentes de tránsito para evitar una multa, pagar los impuestos, expresar nuestras opiniones con respeto y escuchar con tolerancia la de los demás. No podemos criticar la corrupción solo a partir de lo que vemos frente a nuestros ojos, también debemos mirar qué pasa en nosotros.
Por último y no menos importante, suprimamos la discriminación racial, religiosa y étnica. Eso de estigmatizar a los campesinos (quienes cultivan lo que comemos a diario), indígenas (nuestros ancestros), afrodescendientes (grandes influyentes y exponentes de nuestra cultura), desplazados y refugiados, no nos queda nada bien. Respetemos las diferencias y aprendamos a convivir con ellas.
Honestamente, creo que estos asuntos son mucho más importantes de atender, que entrar en el juego de lo que dijo y no, Santos y Uribe. El mundo poco a poco ha cambiado de opinión sobre nuestro país y estén seguros de que no es crédito de nuestros gobernantes, sino de cada colombiano que en el exterior se esfuerza por defender el honor de nuestro país y por demostrar que somos mucho más que droga y FARC.
Somos personas apasionadas, trabajadoras y alegres. Tenemos todo para transformar a nuestro país. ¡Demos un golpe a esa polarización y apostemos por otros políticos que sin tanto "show mediático" y sin pertenecer a la oligarquía, hacen la diferencia!

Lo que nos debe importar como colombianos es construir país y eliminar las brechas de desigualdad social que nos tienen en los últimos puestos de todos los rankings, ¿cómo? políticamente hablando, debemos asistir a las urnas y votar, no apelar al abstencionismo, porque es una forma irresponsable de ejercer la democracia.
En esa misma línea, debemos leer los programas y propuestas de gobierno antes de votar (no vender nuestra conciencia por un plato de lechona o por 50 mil pesos), contrastar la información que nos brindan los medios de comunicación, identificar cuáles son los entes de control a los que podemos dirigirnos para denunciar alguna irregularidad, defender el derecho de nuestros maestros a recibir un salario digno, defender el campo, entre otras tantas prácticas.
Socialmente hablando, debemos ser veedores de la administración de los recursos públicos, es decir, del dinero de todos. Ser vigilantes, pero también cumplidores de la norma, respetar el semáforo y darle prioridad al peatón, cruzar la cebra, ceder el puesto a una mujer embarazada o a un anciano cuando vamos en un bus y en la fila de los bancos, no poner a nuestros niños a pedir dinero en las calles, sino enviarlos a la escuela a aprender, no tirar basura en la calle, ni pegar los chiclets en cuanto muro, silla o mesa veamos, recoger la mierdita de nuestra mascota cuando le damos un paseo al aire libre, no alimentar los odios y menos, la violencia entre géneros, no pasar dinero por debajo de cuerda a los agentes de tránsito para evitar una multa, pagar los impuestos, expresar nuestras opiniones con respeto y escuchar con tolerancia la de los demás. No podemos criticar la corrupción solo a partir de lo que vemos frente a nuestros ojos, también debemos mirar qué pasa en nosotros.
Por último y no menos importante, suprimamos la discriminación racial, religiosa y étnica. Eso de estigmatizar a los campesinos (quienes cultivan lo que comemos a diario), indígenas (nuestros ancestros), afrodescendientes (grandes influyentes y exponentes de nuestra cultura), desplazados y refugiados, no nos queda nada bien. Respetemos las diferencias y aprendamos a convivir con ellas.
Honestamente, creo que estos asuntos son mucho más importantes de atender, que entrar en el juego de lo que dijo y no, Santos y Uribe. El mundo poco a poco ha cambiado de opinión sobre nuestro país y estén seguros de que no es crédito de nuestros gobernantes, sino de cada colombiano que en el exterior se esfuerza por defender el honor de nuestro país y por demostrar que somos mucho más que droga y FARC.
Somos personas apasionadas, trabajadoras y alegres. Tenemos todo para transformar a nuestro país. ¡Demos un golpe a esa polarización y apostemos por otros políticos que sin tanto "show mediático" y sin pertenecer a la oligarquía, hacen la diferencia!

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