viernes, 1 de agosto de 2014

Rostros del conflicto en Medio Oriente

A las víctimas del escenario más cruel y despiadado del planeta, les matan, amordazan, secuestran o mutilan las esperanzas de vivir, educarse, creer en su propia verdad y tener una familia.

"Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: El capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos... los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar... el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría... las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas; cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito.... tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales".

Eduardo Galeano (El lenguaje 3, Patas Arriba:
La Escuela del Mundo al Revés).



Tristemente el ser humano es la máquina sanguinaria más letal. Somos la única especie que se auto-extingue en nombre de la intolerancia y de la "fe", que es enseñada a algunos como dogma desde el vientre: quien es o piensa distinto, merece morir. 

No nos conmovemos por la pena del otro, porque hasta las emociones están capitalizadas en el siglo XXI (ofrecidas en estanterías como productos de alto costo). No hay razón alguna para actuar instintivamente como primates que luchan por el dominio territorial, la jerarquía, ni por ninguna otra distinción banal: riqueza, raza, género, política o religión.

Nada justifica el enfrentamiento a muerte entre hombres y mucho menos, entre una persona armada y un niño maniatado, que sólo desea jugar y asistir a la escuela.

Tomada de: www.eluniversal.com.mx


Asumir el conflicto del Medio Oriente (Gaza, Irán, Israel, Libia y sus alrededores) como un asunto de legítima soberanía, sería como estar frente a un crimen y no auxiliar a la víctima porque no es mi vecino. Esto no se trata de un cruce de "Paintball". Lo que ocurre en dichos países es mucho más serio; es el cruce de balas de fuego, bombas y artefactos que perforan las entrañas de chicos y grandes, llenos de ilusiones y sueños, como cualquier ser humano en el mundo (porque aunque no lo crean, ellos también son humanos).


Origen del conflicto


El escenario del exterminio lleva mucho tiempo y se remonta a los efectos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): la instalación de los judíos que huyeron del holocausto, en territorio palestino. Dicha situación dio paso a la división de Palestina en dos mitades (Israel, que fue el Estado creado por los judíos con el aval de la Organización de las Naciones Unidas y la otra mitad, para el país habitado por árabes musulmanes).

Sin embargo, los judíos conquistaron militarmente un 30% más del territorio designado por la ONU y esto, ha desencadenado el conflicto; ya que la ubicación geográfica de Israel es estratégica para ejercer control sobre las reservas petrolíferas del Medio Oriente, sumado al blindaje militar de Estados Unidos que le respalda.

Israel supera militarmente a Palestina y esta última ha elegido durante años, ejercer terrorismo sobre los civiles israelíes como forma de presión para conseguir un Estado autónomo, con garantías para el desarrollo económico.

Las diferencias políticas, económicas y religiosas entre las naciones, son las coyunturas más notorias. Hoy, en el Medio Oriente se disputa la soberanía (Franja de Gaza y Cisjordania), el destino de los palestinos refugiados, los asentamientos israelíes en territorio de Palestina; así como también, el reconocimiento de la existencia de Israel por parte de Siria, Arabia Saudí y el Líbano.


Tomada de: www.lavoz.com.ar


Debo reconocer que este conflicto ha tocado todas mis fibras, no sólo por aquello que se percibe a través de las transmisiones de los medios de comunicación que reportan las crecientes cifras de las víctimas (porque además, las cifras son números y las pérdidas son vidas); sino también, porque me duele saber que no se vislumbra un fin cercano para los combates.

Como toda guerra, ésta un negocio que agiganta los bolsillos de unos pocos (dueños de la industria bélica) y reprime a los más débiles: niños, mujeres gestantes, hombres cabezas de hogar y animales, que no tienen responsabilidad alguna sobre los asuntos que promueven esta carnicería atroz.

Sin duda, ninguno de nosotros los "occidentales" desearíamos estar en ese entrecruce de estallidos; pero mi voz interior me dice, que si estuviese allí con aquel chaleco de "Press", cubriendo la noticia para el medio en el que trabajo; antes que cualquier cosa, me lo quitaría para dárselo a un niño y salvaguardar su vida.


... Me duelen los cientos de Abdul, Bashshar, Halim, Buzaina, Dalal y Halima, que tenían derecho a un futuro promisorio y cuyo rostro, les fue eliminado en este "juego de adultos egoístas". Espero encontrarme con ellos en el más allá, para abrazarlos y decirles que en la tierra, fueron verdaderos héroes, porque murieron pero la guerra nunca más se repitió.


Tomada de: www.abc.es

Eduardo Galeano: 
"¿Será esta libertad, la libertad de elegir entre esas desdichas amenazantes, nuestra única libertad posible? 
El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así lo practica el crimen y así lo recomienda. En su escuela, la escuela del crimen son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. 
Pero está visto que no hay desgracia sin gracia, ni cara que no tenga su contracara, ni desaliento que no busque su aliento. Ni tampoco hay escuela que no encuentre su contraescuela". 









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