Una vez más, en Colombia ganó el uribismo y la política del miedo.
La polarización como primera lectura de los resultados electorales del domingo 27 de mayo, refleja la división social producto del inconformismo frente a la corrupción que azota al país y el profundo deseo de cambio.
Es difícil entender desde la lógica, por qué el uribismo sigue siendo la fuerza política dominante del país y por qué hay personas que todavía creen en la gestión de una persona cuestionada e investigada por tantos casos de corrupción.
¿A caso, todos los ministros y funcionarios de Uribe, ya condenados, conspiraron en su contra para hacer todo a su espalda?, ¿no es demasiado ingenuo pensar así?
Soy consciente de que Colombia es un país históricamente derechista y sabía que Duque iba a ganar mayoritariamente en la primera vuelta; pero no dimensionaba que iba a ser con un porcentaje tan alto (39,1%), teniendo desde mi punto de vista a contrincantes de peso, como Petro (25,1%), Fajardo (23,7%) y Vargas Lleras (7,3%) del que todos esperábamos una mayor votación por el tiempo legal y extra legal que lleva en campaña.
Abiertamente diré que voté por Fajardo. Lo hice porque creo en la educación y en la fórmula que le sumó músculo a su candidatura: "Claudia López + Robledo", senadores con una trayectoria intachable, y porque creo en el centro como punto conciliador para ese gran cambio que buena parte de la población colombiana anhela y merece.
Francamente, no acudí a la urna con la intención de ganar. Deposité mi voto, porque con esa decisión podía ir a la cama tranquila, sin remordimientos. Elegí esperanza, transparencia, educación, dignidad y oportunidades. ¿Me quemé?-Sí, no lo voy a negar, pero voté por lo que quería.
Hoy, al ver la diferencia tan acortada entre los votos de Fajardo y los de Petro, me retumba en la cabeza el reproche de: "si se hubiese adherido De la Calle a Fajardo, estaríamos adentro"; pero darle demasiadas vueltas al tema es como esperar una conclusión a partir de: "si mi tío tuviese tetas, sería mi tía".

Esto no se trata de ser tibio, como han tildado a Fajardo por sus declaraciones "ni Duque, ni Petro". Se trata de ser consecuente. Habrá quien se sume a Petro para evitar que gane el candidato de Uribe (respetable); pero su voto será en vano, porque Duque tiene una ventaja cercana a los 3 millones de votantes.
Si usted no se siente identificado con las ideas de Petro o de Duque, no vote por ninguno de ellos para evitar que gane el otro. Esto es como elegir entre el Cáncer o el Sida. Si no quiere tener esas enfermedades vote en blanco o búsquese la vida, pero dé un voto de opinión, por convicción, porque se sienta representado con ideas y programas, y no por miedo a...