Cuesta dar fin a aquellos amores tan adictivos como tormentosos, que se atraviesan en nuestro camino, dejando cicatrices, sentimientos de culpa y hasta falsas ilusiones.
Parece que las mujeres del siglo XXI, nos acostumbramos a amar a este tipo de hombres inescrupulosos, que llegan a nuestra vida, la vuelven literalmente un ocho y como si fuera poco, nos quitan la esperanza de sentirnos amadas y respetadas.
No se trata de encontrar al príncipe azul (el de los cuentos de hadas), pero es que en este planeta abundan los sapos y francamente es un desgaste emocional.
A prueba y error, he encontrado algunos chicos que valen la pena; pero por cosas del destino resultan viajando a otro país, teniendo pareja con anillo incluido, gays o movidos por alguna inspiración celestial. Cuando tropiezas de bruces con ellos, no hay nada más qué decir o hacer. Simplemente, hay que ceder el turno.
Seguro que no soy la más experta en superar amores tóxicos, pero lo intento y no me rindo hasta lograrlo. El último desamor que tuve, fue hace un par de años y 3 meses; hoy puedo decir orgullosa, que aquel sujeto no me importa en lo absoluto; pero para ser franca, su paso por mi vida dejó una huella tan grande, que estoy soltera desde ese entonces. Me resisto a creer en el género masculino.
Siento que el amor que debe primar, es el propio. No puedes mendigarle tiempo, ni amor a nadie (sí, a nadie). A veces, la soledad es la mejor compañía y siempre que se cierra un ciclo, lo mejor es estar sólo para equilibrar las emociones, leer un buen libro, hacer lo que más te apasiona, definir prioridades y trabajar por ellas.
Aprende a cerrar los ciclos para no reincidir en los errores del pasado...
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Fragmento de: Adulterio por Paulo Coelho. |